Texto de Manuel Peñafiel
Fotografías del autor y de Irma García Xochiquetzalli
Muchísimos mexicanos suplican por su bastardía hispana, sin embargo, a
Hernán Cortés solamente lo movió la ambición, a los nativos de estas tierras
nunca los consideró merecedores de valía. Para sustentar estas afirmaciones
miremos al pasado vislumbrando a Martín Cortés de Monroy, un pequeño hidalgo
ocupado en su hacienda, casado con Catalina Pizarro Altamirano. Según el
diccionario, hidalgo es una persona que por su sangre es de clase noble y
distinguida, o padre que por haber tenido siete hijos varones consecutivos en
legítimo matrimonio adquiría el derecho de hidalguía. Deduzcamos entonces,
apreciables lectores, que hidalgo es sinónimo de semental despreocupado por el
deterioro de su cónyuge y la sobrepoblación mundial.
Pero dejemos al viejo Martín regateando en el mercado el precio de sus
costales de cereal, y saboreando luego el vino proveniente de su propio viñedo,
para mencionar que su hijuelo Hernando Cortés Pizarro era lo que hoy en día se
consideraría
“ un niño bien “, encantado por los relatos de su tío Picos Pardos,
quien aseguraba que él había visto con sus propios ojos a los indios y los
tesoros traídos de las Indias, donde el oro se encontraba en tal abundancia que
fluía de los ríos.
Martín Cortés de Monroy, bien sabía que en 1492 para facilitarle
suficiente tripulación a Cristóbal Colón, los reyes católicos Fernando V e
Isabel I firmaron una orden que por la gracia de dios exoneraban de sus
crímenes a los presidiarios que acompañaron al desorientado, depredador y
devastador ecológico genovés hacia el continente llamado después América.
![]() |
Bahía Chalchiuhuahuecan en el Golfo de México, donde Hernán Cortés barrenó sus buques para impedir que los marineros inconformes retornaran a Cuba. Foto de Manuel Peñafiel |
El padre de Hernán Cortés deseaba una educación superior para su
hijo, eso de viajar en barco con delincuentes indultados, y la escoria social
de España aventurándose a la mar para beneficio de las arcas reales le
incomodaba, no por honradez, ya que él mismo había sido capitán militar
expansionista, más bien le preocupaba la seguridad de su vástago, él quería que
Hernán a los catorce años estudiara leyes y ciencias en la Universidad de
Salamanca.
Pero a los dieciséis, transcurridos apenas dos años en las aulas, Hernán
Cortés harto aburrido de los libros, decidió: ¡ Bah !, lo que yo quiero es
matar indígenas para despojarlos y cubrirme de riquezas. Así que sin consultar
a su padres abandonó la casa de estudios, tornándose al confortable hogar
paterno en Medellín, donde su madre lo recibió colérica, y su padre preocupado
por su futuro, reprendióle:
Hernán, acaso tenéis estiércol en los sesos, bien sabéis que eres hijo
de un hidalgo y dicho título os prohíbe trabajar manualmente.
A lo que el muchacho respondió:
Más no existe obstáculo para descuartizar indios, el pontífice, los
arzobispos y la Santa Inquisición aseguran que no tienen alma, esos paganos se
tropiezan con piedras de oro y yo las quiero.
El viejo Martín guardó silencio mientras su mezquino hijo empacaba para
largarse a Sevilla, el inescrupuloso aventurero años más tarde llegaría a
México para esclavizar, ahorcar gente morena, violar y preñar mujeres, además
de quemar vivos en la hoguera a los que se le interpusieran..
Burócrata trepador
En 1504, a los diecinueve años de edad Hernán Cortés se trepó a un barco
con rumbo a La Española
( Haití – República Dominicana ), en Santo Domingo comenzó una vida mediocre de tinterillo en la oficina de Diego Velázquez, convertido por la fuerza de las armas en gobernador de la isla, su jefe le encomendó someter a los nativos de Haití, con su espada aún goteando sangre, Hernán Cortés a su vuelta fue recompensado con tierras y esclavos naturales. Posteriormente Diego Velázquez lo contrató como secretario y ambos vividores partieron en 1511 hacia Cuba para someterla, a su arribo Diego Velázquez incineró vivo en la hoguera al soberano Hatuey, quien tuvo el valor de repudiar con sus flechas a los saqueadores, quienes vivieron años de bonanza tras apoderarse de tierras de cultivo con esclavizados labriegos.
( Haití – República Dominicana ), en Santo Domingo comenzó una vida mediocre de tinterillo en la oficina de Diego Velázquez, convertido por la fuerza de las armas en gobernador de la isla, su jefe le encomendó someter a los nativos de Haití, con su espada aún goteando sangre, Hernán Cortés a su vuelta fue recompensado con tierras y esclavos naturales. Posteriormente Diego Velázquez lo contrató como secretario y ambos vividores partieron en 1511 hacia Cuba para someterla, a su arribo Diego Velázquez incineró vivo en la hoguera al soberano Hatuey, quien tuvo el valor de repudiar con sus flechas a los saqueadores, quienes vivieron años de bonanza tras apoderarse de tierras de cultivo con esclavizados labriegos.
Las atrocidades cometidas en contra de los nativos no eran crímenes para
los clérigos católicos, Fray Bartolomé de las Casas escribió refiriéndose a
Diego Velázquez:
“ Era hombre apacible y de buen carácter, aunque dado a los arranques de
ira y toda su conversación era de placeres y agasajos “.
Siglos más tarde el héroe independentista cubano José Martí escribiría:
“ ¡ Odio a Velázquez, que en su tumba fría cadáver yace, pero no reposa
!.
Es en Cuba donde Diego Velázquez y Hernán Cortés se enredan con las
hermanas españolas Suárez, quienes habían llegado a la isla en busca de
matrimonio con hombres ricos. Hernán Cortés prometió llevar ante el altar a
Catalina Suárez Marcaida ( algunos historiadores la apellidan Juárez ), sin
embargo su volubilidad quebró la promesa hecha, entonces Velázquez presionado
por la hermana de Catalina, obliga al mentiroso a contraer nupcias con la
quejosa, Cortés al negarse fue hecho prisionero.
![]() |
Torre principal del Museo Regional Cuauhnáhuac en Cuernavaca, Estado de Morelos, México. Foto de Irma García Xochiquetzalli. |
Tiempo después con tal de abandonar las mazmorras y recobrar los favores
del gobernador, Cortés se resigna a casarse con Catalina Suárez, el regalo de
bodas de Velázquez fue nombrarlo alcalde de la ciudad de Santiago.
El recién “ cazado “ además recibió como obsequios más esclavos, bateas
para sacar oro y ropa de vestir. Hernán Cortés, nacido en Medellín, España en
1485, fue un burócrata trepador, cuya ausencia de principios éticos y avaricia,
lo encumbraron hasta la exagerada leyenda triunfalista, finalmente cayó al
desfiladero donde terminan los individuos ruines.
Contaminación humana
Entre los compañeros marítimos de Hernán Cortés, muchos de ellos habían
pasado por Sevilla, el principal foco de intercambio epidemiológico de Europa.
La mayoría de los españoles que embarcaron para América, procedían de regiones
meridionales incubadoras de enfermedades infecciosas, los libros antiguos
mencionan las ámpulas genitales conocidas por bubas en Aragón; la viruela en
Andalucía; la lepra de Asturias; el paludismo de Valencia, y la peste bubónica
que azotó Aragón.
Los rapaces españoles no solo llegaron a devastar las civilizaciones
autóctonas, sino que trajeron consigo microbios y gérmenes, diminutos aliados
que los favorecieron en su pillaje. El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón
desembarcó en la isla Guanahani en el archipiélago de Las Antillas, donde
plantó hipócrita cruz, sin embargo oculta bajo los pliegues de su piel traía la
bacteria Treponema Pallidum, portadora de la sífilis que él mismo padecía,
según algunos historiadores.
Patológica ambición
Después de los descubrimientos litorales promisorios de grandes fortunas
hechos por Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva, a Hernán Cortés lo perturbó
la codicia, agobiado por el calor climático de Cuba las molestias de la sífilis
lo mantenían insomne, la enfermedad venérea al principio había pasado
desapercibida, sin embargo en su segunda fase causábale afiebradas jaquecas.
Hastiado por el ocio su obsesión por enriquecerse le provocó salpullido en la
mente, arrebatadamente decide entonces organizar una expedición marítima en
busca de las tierras firmes, donde él presentía que hallaría el ansiado oro.
Movido por su compulsiva necesidad de acción, no halló reposo hasta abandonar
Cuba al mando de una travesía marítima rumbo a Cozumel, aún sin la autorización
del gobernador Diego Velázquez.
Al alejarse el barco, Cortés contempló el ajetreo del puerto, muchos de
los criados y campesinos habían sido secuestrados de sus aldeas africanas, y
traídos encadenados para suplantar a los nativos caribeños, cuya mayoría había
caído exhausta bajo el látigo español que los obligaba a cultivar la caña de
azúcar. Inmisericorde ante el sufrimiento de aquella gente, el viajero escupió
hacia la mar, insensible incluso ante la separación de su esposa Catalina
Suárez.
La Malinche, traicionada por su gente
Simultáneamente a la devastación étnica y ecológica ocasionada por los españoles en las islas del Caribe, Francisco Hernández de Córdoba se embarca rumbo a los litorales de lo que ahora es la República Mexicana; es en el año de 1517 cuando su codiciosa tropa desprovista de agua potable llega al pueblo costero de Chakan Putum, nombrado erróneamente Champotón, ahí los mayas los repelen bravíamente. Al siguiente año, Juan de Grijalba explora las mismas regiones sin conseguir ser bienvenido por los nativos. Dos años después en 1519, Hernán Cortés bordea la costa de la isla de Cozumel hasta llegar el 14 de marzo a la desembocadura del río Grijalba, y desembarca en Potonchán, los mercenarios bajo sus órdenes derraman mucha sangre aborigen, los nativos se defendían desnudos, los españoles usaban férreas armaduras, la honrosa coraza de los mayas fue la valentía, sus decesos fueron incontables. Posteriormente la expedición de Hernán Cortés irrumpe violentamente en la población llamada Centla en el actual Estado de Tabasco, de nueva cuenta, los mayas combaten bravamente a los saqueadores, los españoles asesinaron a 12 mil lugareños. Esa noche después de la batalla, los canallas barbados
durmieron en inmundo concubinato con la muerte.
![]() |
Las manos de Irma García Xochiquetzalli sujetando las conchas
del pasado
histórico. Foto de Manuel Peñafiel
|
Al siguiente día, el jerarca de Centla llamado Taleb
K’ohob a manera de tributo le entregó a Hernán Cortés veinte mujeres, entre ellas se encontraba Malinalli,
nacida años atrás en Coatzacoalcos, ella había sido hija de un matrimonio de alta jerarquía mexicatl, pero de niña al morir su progenitora, su madrastra la subastó como esclava a la nación Xicalanco, cuyos guerreros al perder combates contra Taleb K'ohob cacique de Potonchan le entregaron tributos, entre los cuales se incluían mujeres, en ese grupo iba Malinalli, quien en aquella época pasó a ser propiedad del rico cacique cubierto de finas pieles de
jaguar. Malinalli hablaba con fluidez su idioma natal el náhuatl, además del popoloca y la lengua maya - chontal escuchada de su amo el gobernante de Centla. Tras bautizarla e imponerle el nombre de Marina, Cortés
después de usarla, la regaló al capitán Alonso Hernández Portocarrero, pero al
darse cuenta de que la inteligente Marina era trilingüe, la trajo de vuelta a su lecho como
intérprete, ella prontamente aprendería el idioma castellano de su opresor. Con
el correr del tiempo los nativos la llamaron Malintzin, en señal de respeto,
pero la torpeza lingüística de los españoles deformó el nombre a Malinche.
Algunos consideran a Malinalli desleal a México, pero el país tal y como
es ahora no existía, el territorio estaba conformado por naciones aliadas,
subordinadas o enemigas al dominio de Moteuhzoma II Xocoyotzin. Malinalli jamás
le dio la espalda a su pueblo, su familia se deshizo de ella, fue tratada como
objeto por nativos e invasores, resignada tuvo que amoldarse a las humillantes
circunstancias, con afán de supervivencia agudizó su inteligencia innata, no
tuvo otra alternativa que someterse a sus pestilentes propietarios españoles
quienes se la turnaron con soez cinismo, mientras los frailes católicos se
desentendían de las perversidades cometidas en nombre de una prostituída
evangelización.
El 22 de abril de 1519 Hernán Cortés desembarcó en la Bahía
Chalchiuhuahuecan, del Golfo de México, donde barrenó sus buques para impedir
que los marineros inconformes volvieran a Cuba, después fundó la Villa Rica de
la Vera Cruz, ahí no tardó en averiguar que tierra adentro existía la sede
Excan Tlahtoloyan, Confederación de Estados Indígenas del Valle de México de la
Triple Alianza conformada por Tetzcuco, Tlacopan y México – Tenochtitlan. Los
ávidos ojos del español se tornaron en obsesivo frenesí al enterarse por boca
de sus aliados los totonaca de Zempoala y Quiahuiztlan, que detrás de las
nevadas montañas existía una esplendorosa urbe llamada Gran Tenochtitlan, donde
su monarca Moteuhzoma II , “ el que se enoja como señor “, llamado Xocoyotzin,
el joven, era custodio de un gran tesoro.
La ambición hizo que los españoles montaran sus caballos, afilaron sus
espadas murmurando alucinatorios santos católicos emprendiendo la marcha hacia
Tlaxcala, población en discordia con Moteuhzoma II. Aunque los tlaxcalteca al
principio rechazaron a los recién llegados, a la postre hicieron la paz, y
coludidos partieron juntos hacia Mexico - Tenochtitlan.
Masacre en nombre de Santiago apóstol
La siguiente población importante que se encontraba en la ruta de Hernán Cortés hacia Tenochtitlan era Cholula, centro religioso dedicado
a Quetzalcóatl. Ahí los españoles fueron bienvenidos, pero los nativos pronto
se hartaron de ser anfitriones de burdos huéspedes, dejaron de proveerles
alimentos y pastura para sus caballos.
Los tlaxcalteca le hicieron sospechar a Cortés de una trampa por lo que
él llamó a los jerarcas de Cholula supuestamente para despedirse, pero su
concebido plan fue otro, mandó cerrar las puertas de los patios donde se habían
reunido, los carniceros españoles bloquearon las puertas y comenzaron a lancearlos,
asesinando cuantos pudieron, los nobles chololteca no portaban armas ofensivas,
ni defensivas, sino fuéronse desarmados, sin sospechar lo que se cometería en
contra de su integridad.
El disparo de un arcabuz dió la señal a la demás soldadesca para irrumpir
con aceros hambrientos de agonía, la confusión parió rojizo colapso, algunos
indígenas trataron de huir trepándose a los muros, los gatillos fueron más
rápidos que su pavor, los sables reventaron las miradas de aquellos atónitos
ojos, los cerebros se esparcieron aún con frescos pensamientos de incredulidad,
aquellos horrorizados hombres constataban su incapacidad de desviar la zanjada
de la muerte, impedidos de acudir en defensa de sus familiares, en la maligna
fechoría perpetrada por Cortés perecieron tres mil hombres enjaulados. La gente
de Cholula que se encontraba afuera en las calles, al escuchar los gritos de
los ejecutados corrieron a ocultarse en vano, algunos pensaron que en los
oratorios estarían a salvo, su fatal desacierto los condujo al mortal suplicio,
aquellos facinerosos de sucia barba los incineraron encerrados.
Los tlaxcalteca y totonaca aprovecharon la ocasión para vengarse de sus
enemigos de Cholula, sin perdonar hembras ni críos.
El español Diego Muñoz Camargo, escribiría después:
“ Ovo en esta ciudad tan gran matanza y estrago que no se puede imaginar
“.
Los españoles después de asesinar a los dirigentes de Cholula, salieron
a las calles a descuartizar a sus pobladores, las balas de cañón violaron a la
indefensa multitud descalabrando, fracturando huesos, salpicando sangre a la
historia redactada con sórdida bajeza. Aquellos brazos, piernas y vísceras de niños, mujeres y ancianos fueron apilados junto con los
escombros de sus templos derribados, su sangre sirvió para humedecer la amalgama
con la que se hizo un montículo de piedras sobre el cual se incrustó una cruz
ante la cual se celebró una misa, con los gemidos de los moribundos de
trasfondo y veinte mil insepultos cadáveres.
Años después fray Toribio Motolinia con respecto al mortuorio azote
infringido a los habitantes de Cholula, expresó: “ Fue bueno para que todos los
indios de la Nueva España viesen que aquellos ídolos y todos los demás son
falsos y mentirosos “.
Ciudad de ensoñación
Después de arrasar de manera vil y sanguinaria al pueblo de Cholula,
Hernán Cortés y su rapaz caravana compuesta por aproximadamente 400 españoles,
4 mil aliados tlaxcalteca y algunos tototonaca, dicho contingente escaló entre
los volcanes Popocatépetl Cerro que Humea e Iztaccíhuatl Blanca Mujer,
continuando la marcha hasta arribar a la Gran Tenochtitlan. Bernal Díaz del
Castillo, impresionado ante la magna metrópoli, escribió:
“ Al otro día por la mañana llegamos a la calzada ancha camino de
Iztapalapa. Y desque vimos tantas ciudades y villas quedamos admirados, y
decíamos que parecía a las cosas de encantamiento que se cuentan en el libro de
Amadís, por las grandes torres y templos y edificios que tenían dentro del
agua, y todos de calicanto, y aún algunos de nuestros soldados decían que si
aquello que veían, si era entre sueños, y no es de maravillarse que yo lo
escriba aquí desta manera. “
![]() |
El escritor y documentalista mexicano Manuel Peñafiel en la Bahía de Chalchiuhuahuecan
donde desembarcó Hernán Cortés. Foto de Irma García Xochiquetzalli
|
Es aquí, donde Moteuhzoma II Xocoyotzin ofuscado por las supersticiones
recibe al contingente de Hernán Cortés, creyendo que son los representantes del
dios Quetzalcóatl, quien según las leyendas retornaría para recuperar su reino,
el castrante fervor religioso del soberano lo intoxica de temor, impidiéndole
razonar y ver claramente a los toscos arribistas, a quienes en lugar de
repeler, les abre las puertas de de su palaciega hospitalidad.
Hernán Cortés aprovecha la debilidad de su anfitrión y no duda en
hacerlo su rehén con los grilletes puestos.
El decadente Moteuhzoma II le encomienda a su carcelario que se haga
cargo de su hija Tecuichpotzin Ixcaxochitzin, Doncella de la Nobleza Flor de
Algodón, de quien Bernal Díaz del Castillo, expresa: “ Ella era bien hermosa
mujer para ser india “.
Dichos atributos incitan al delincuente, quien la deshonra arrojándola
después a un calabozo, donde la princesa imposibilitada de ingerir abortivos
herbolarios engendra en contra de su voluntad a la hija de su violador, los
alcahuetes sacerdotes católicos la bautizan con el nombre de Leonor Cortés
Moctezuma, y a Tecuichpotzin Ixcaxochitzin, su
ofensor ordena bautizarla como Isabel, para después deshacerse de ella,
traspasándosela al inculto Alonso de Grado.
La Matanza del Templo Mayor
Pedro de Alvarado quedó al frente de las tropas españolas asentadas en
México -Tenochtitlan, debido a que Hernán Cortés se vió forzado a viajar
a las costas del Golfo de México a combatir a Pánfilo de Narváez que venía de
Cuba con órdenes de capturarlo por haber zarpado de la isla sin la autorización
del gobernador Diego de Velázquez.
A Pedro de Alvarado le disgustaron los preparativos para venerar a los
dioses Huitzilopochtli y Tezcatlipoca, así que cuando los señores mexica se
encontraban bailando desarmados, los militares cerraron las puertas del Templo
Mayor y abrieron fuego contra ellos. Los informantes indígenas de Bernardino de
Sahagún describieron así el horrible episodio: “ Al momento todos los españoles
acuchillan, alancean a la gente y les dan tajos, con las espadas los hieren,
dieron tajo al que estaba tañendo el tambor, le cortaron ambos brazos, luego lo
decapitaron, lejos fue a caer su cabeza cercenada. A algunos los acometieron
por detrás; inmediatamente cayeron por tierra dispersas sus entrañas. A otros
les desgarraron la cabeza, enteramente hecha trizas. A otros les dieron tajos
en los hombros, hechos grietas, destrozados quedaron sus cuerpos. A aquéllos
hieren en los muslos, a éstos en las pantorrillas, a los de más allá en pleno
abdomen. Todas las entrañas cayeron por tierra. Y había algunos que aún en vano
corrían, iban arrastrando los intestinos y parecían enredarse los pies en
ellos. Anhelosos de ponerse en salvo, no hallaban a donde dirigirse “.
![]() |
Museo Regional Cuauhnáhuac, antiguamente la mansión de Hernán Cortés
en
la Ciudad de Cuernavaca, México. Foto de Irma García Xochiquetzalli
|
El resultado del homicidio colectivo fue un número desconocido de
muertos, trás perpetrada la masacre, la indignación popular reclamó a Moteuhzoma
II Xocoyotzin su entreguismo, exigiendo el ajusticiamiento de los españoles,
quienes asustados refugiáronse en los aposentos reales
donde habían sido hospedados, y para impedir que su cautivo monarca se volviera
en contra de ellos, le clavaron una espada en el bajo vientre
para después apuñalarlo repetidas veces, así lo sacaron al balcón sujetándolo
para que sus súbditos pensaran que vivo estaba, obligando a un aristócrata
nativo a que alentara a la muchedumbre a recobrar la calma, sin embargo al ver a
su débil rey quien sumisamente se había sometido a los extranjeros, la
enardecida turba lejos de serenarse atizó su ira insultando a Moteuhzoma II
Xocoyotzin, arrojándole pedruscos, uno de ellos le golpeó en la cabeza, los que
afianzaban al cadáver apresuradamente volvieron a ocultarse en los recintos
donde urdieron su coartada ocultando el magnicidio, aquella pedrada enturbió a
la historia escrita por los españoles, quienes aseguraron que fue la que privó
de la vida al pusilánime tlatoani.
Cuitláhuac y la caída de un águila valiente
Cuando finalmente los mexica emprendieron el repudio armado en contra de
los españoles, la decisión de hacerlo resultó fatídicamente tardía, la sucesión
de toda la nobleza tenochcatl había quedado desmembrada después de la Matanza
del Templo Mayor. Cuitláhuac investido como el nuevo tlataoani, tomó el mando
del ejército y con talentosa estrategia militar logró derrotar la superioridad
armamentista con la que contaba Hernán Cortés, quien fue derrotado el 30 de
junio de 1520, pero la viruela fue letal enemiga del valeroso mexicano. Es
entonces cuando un águila joven despliega sus alas en defensa de la Patria,
Cuauhtémoc decide combatir a la rapiña española, desgraciadamente su fugaz
vuelo declina ante los miles de indígenas adheridos a los ladrones europeos. Es
mentira que Hernán Cortés haya sometido al indómito soberano Cuauhtémoctzin y
al poderío del Imperio Aztecatl, valiéndose únicamente de su escaso contingente
de mercenarios, desgraciadamente al invasor hispano se le unió el aristócrata
texcocano Ixtlilxóchitl, quien urgido de deshacerse de sus compromisos con La
Triple Alianza, y fanatizado además con el cristianismo, le procuró a Cortés
miles de soldados aculhúas. La viruela y el sarampión polizones en los inmundos
barcos españoles abatieron a la población aborigen más que los ataques del
cañón, el esplendor de la Gran Tenochtitlan se derrumbó con el caos generado
por la epidemia, agravada la debacle por los tlaxcalteca dedicados al pillaje,
y al incendio avivado por el rencor hacia los mexica.
![]() |
Danzante de la etnia Totonácatl, Estado de Veracruz,
México. Foto de
Manuel Peñafiel
|
Al ser testigo de la agonía de su enfermo pueblo, Cuauhtémoc decidió no
disponer de más vidas de sus leales súbditos en aquella guerra, el joven
tlatoani de veintidós años entregó su digna daga al enemigo, expresando
gallardamente su deseo de morir honrosamente:
“ Puesto que he hecho cuanto cumplía en la defensa de mi ciudad y de mi
pueblo y vengo por fuerza y preso ante tu persona y poder, toma este puñal y
mátame con él “ . Pero Hernán Cortés lo conservó para que su trofeo viviente le
prodigara prestigio, ansiando además tesoros que el inescrupuloso hispano
suponía ocultos. Para averiguar el paradero de las supuestas riquezas, Cortés
torturó a Cuauhtémoc junto a Tetlepanquetzalli, Señor de Tlacopan, quemándoles
los pies hasta dejarlos minusválidos. El 28 de febrero de 1525, durante su
expedición a las Hibueras, la paranoia de Hernán Cortés lo hizo suponer que el destronizado rey planeaba una conjuración en contra suya, y sin
juicio alguno de manera despreciable al estilo innato de su verdugo, ordenó a
sus hombres que de una ceiba colgaran a Cuauhtémoc, Águila que finalmente
descendió, para elevarse después en la memoria nacional.
Hernán Cortés estrangula a su esposa
Desde que salió de Cuba el 18 de febrero de 1519 a la toma de Tenochtitlan
el 13 de agosto de 1521, Hernán Cortés solamente una vez le escribió a su
esposa Catalina Suárez, deprimido por su derrota ante Cuitláhuac redacta una
carta en La Noche Triste para pedirle perdón por el olvido en que la mantuvo.
Tras la caída de la capital aztecatl, las noticias de los despojos cometidos
por su esposo despertaron en ella el deseo de participar en su fortuna,
embarcándose a la Nueva España sin avisarle de sus planes, a su arribo a Cortés
no le quedó otra alternativa que recibirla disimulando su disgusto.
En noviembre de 1522, la mañana del día de su muerte, Catalina asistió
contenta y bien ataviada a la iglesia, posteriormente invitó a sus amigas a una
comida en casa de Cortés en Coyoacán, durante la cual la nueva rica le reclamó
a Solís, capitán de artillería:
“ Vos Solís, no queréis sino ocupar a mis indios en otras cosas de lo
que yo les mando, y no se hace lo que yo quiero, os prometo que antes de muchos
días, haré yo de manera que nadie tenga que entender en lo mío “.
A lo que el enfadado Cortés, respondió:
“ ¿ Con lo vuestro señora ? ¡ Yo no quiero nada de lo vuestro ! “
Catalina se retiró a su dormitorio a donde la siguió su embriagado
esposo, tras la puerta cerrada era posible escuchar los lloros de la mujer y
los coléricos gritos del borracho. Aquella noche fue encontrada muerta en su
propia cama con “ los ojos abiertos y tiesos, salidos de fuera, como persona
ahogada; los labios gruesos y negros con dos espumarajos en la boca, una gota
de sangre en la toca sobre su frente “, según la versión dada en el juicio por
su principal doncella: “ Yo le vide cardenales en la garganta en señal que la
ahogó con cordeles, una gargantilla de cuentas de azabache derramadas por la
cama, y estaba la dicha Catalina toda descabellada, como que había andado
poniendo fuerza, y la cama estaba orinada “.
Junto al lecho estaban las cuentas esparcidas de un collar de perlas con
el que presuntamente había sido estrangulada. Hernán Cortés esa misma noche
mandó poner el cadáver en un ataúd y cerrar la caja con clavos, al llegar fray
Bartolomé de Olmedo, exclamó:
“ Toda esta ciudad dice públicamente, que vos habéis muerto a Catalina
vuestra mujer; conviene que para vuestra honra, e para que no os echen la
culpa, si no la tenéis, que mandéis que ante un alcalde o escribano, e testigos
la saquen del ataúd e la vean antes que la entierren “.
A lo que el auto viudo se enojó mucho y contestó:
“ ¿ Quienes son los traidores bellacos que tal dicen ?. No curen en
poner mi honra en disputa, entiérrenla “.
Fueron varias las sirvientas y otras personas que testificaron lo mismo;
sin embargo, el juicio convocado contra Hernán Cortés por el asesinato de su
esposa adoleció de múltiples irregularidades; tampoco hubo médico que
certificase la muerte de Catalina ni la causa, ella fue enterrada rápidamente
por orden de su marido, a pesar de que era harto conocido su carácter irascible
y violento, así como las continuas discusiones conyugales, muchas de las cuales
habían acabado en maltrato físico por parte de él.
Desprecio a su primogénito mestizo
A fines de 1523, Hernán Cortés engendró un hijo con Malinalli, bautizado
Martín, apodado el bastardo, quien al poco tiempo de nacido le fue arrebatado a
su madre, jamás volvería al seno materno, sin
piedad fue entregado por Cortés a su primo Juan de Altamirano. Martín Cortés
viajó después con su padre a España, donde por voluntad paterna tomó el hábito
de la orden religiosa de Santiago, y fue paje de Felipe II, criado cuyo
ejercicio consistía en acompañar a su amo, asistir en las antesalas, servir la
mesa y otros menesteres domésticos. Posteriormente, Hernán Cortés casó a Malinalli
con Juan Jaramillo en Orizaba, ella murió en 1528 víctima de una epidemia de
viruela.
![]() |
Artesanía mexicana en barro cocido. Foto de Irma García Xochiquetzalli |
A los bastardos en la Nueva España les eran negadas cualquier
consideración por el sólo hecho de serlo, debían estar privados de empleos,
honores sociales y recompensas económicas, deduzco yo, que de aquí derivan las
inseguridades arraigadas en tantos mexicanos que apátridas vagan sin identidad
propia buscando el cobijo de los extranjeros, a quienes se entregan con
hospitalidad salpicada de inmundo servilismo.
Hernán Cortés le daría el mismo nombre a un segundo hijo que obtuvo de
la española Juana Zúñiga, Martín Cortés Zúñiga nació en Cuernavaca en 1533, a
este hijo sí lo hizo su único heredero legítimo, concediéndole el título de II
Marqués del Valle de Oaxaca, colmado de privilegios, su padre lo llevó a España
para presentarlo en la corte del rey Carlos I de España V emperador de
Alemania, haciéndolo aristócrata militar, al volver a la Nueva España fue
recibido con honores, en ese momento Martín Cortés Zúñiga estaba considerado
por sus propiedades y riquezas la persona más opulenta de la Nueva España, sin
faltarle muestras de arrogancia y derroche, insinuó independizarse de la
península ibérica, sus aliados anhelaron coronarle como rey.
En 1542 fueron promulgadas las Leyes Nuevas que impedían a los
españoles heredar sus posesiones a sus descendientes criollos nacidos en la
Nueva España, Martín Cortés Zúñiga se manifestó en contra de las mismas junto
con otros muchos inconformes que fueron arrestados para luego ser ahorcados y
descuartizados. El sublevamiento de Martín Cortés Zúñiga, ocasionó su
encarcelamiento donde fue sometido a tortura para arrancarle su confesión,
aplicándole el tormento de cordeles consistente en apretarle los brazos,
muslos, pantorrillas y dedos; posteriormente, con un embudo en la boca se le
hizo ingerir grandes cantidades de agua. No reveló nada durante la tortura así
que se le condenó al destierro. La malignidad en contra de los mestizos de la
Nueva España, llegó a oídos del rey en España, pero los frailes franciscanos le
informaron que la supuesta conspiración emprendida por los inconformes a la
Leyes Nuevas, no había sido más que fantaseos de jóvenes sin juicio y damas
ociosas.
El derrumbe de un tirano
Los enemigos de Hernán Cortés intrigaron en la corte del emperador
Carlos V, denunciándolo por robar oro del aquel destinado al monarca y manejar
estrategias contables para defraudar a los cabecillas del virreinato, además lo
acusaron de asesinar años atrás a su esposa Catalina Suárez, y envenenar a
varios enviados con provisiones reales.
Desterrado fue a Castilla para reclamar su autoridad para gobernar la
Nueva España, pero solo consiguió el Marquesado del Valle de Oaxaca y ser
absuelto de todas las imputaciones.
De vuelta a la Nueva España, Hernán Cortés todavía organizó algunas
irrupciones armadas, en 1533 su enviado Fortún Jiménez arribó por mar a la
península de Baja California, ahí sus marineros desembarcaron para ultrajar a
las nativas y saquear el lugar, de donde obtuvieron valiosas perlas extraídas
por los aborígenes cochimíes de los moluscos que abundaban en la bahía.
Años más tarde el decadente Hernán Cortés retornó nuevamente a España
para intentar recuperar el favoritismo de la corona por los servicios
prestados, para lo cual participó en una expedición contra Argel en 1540, pero
sus reclamaciones nunca fueron respondidas.
El 2 de diciembre del año 1547, fatigado de sus vanos intentos por
volver a sus posesiones en la Nueva España, Hernán Cortés murió en un asilo
para ancianos en Castilleja de la Cuesta, Sevilla, ahí concluyeron sus días
enrarecidos por dislates seniles murmurando plegarias implorando el perdón de
su dios, sus delirios lo atribulaban, las vilezas cometidas en nombre de una
evangelización mercantilista le corroían en su interior, este asesino
incendiario en el fondo de su ser, sabía que ambición y religión son sinónimos
a pillaje y perversidad bajo el disfraz del humeante incensario.
Hernán Cortés murió con la boca seca de palabras, su salivación fue
insuficiente para lubricar la indulgencia en el desierto de la conciencia
humana, donde ninguna deidad responde.
Pérfido epitafio
Aún en el siglo XXI, algunos necios cronistas alucinando en lo irreal,
consideran a Hernán Cortés un hombre que vivió con preocupaciones morales, a
esos les respondo: La ignorancia es la partera de las aberraciones. La criminal
rapiña española causó estragos a la civilización aborigen, además, a su paso
por Cuauhnáhuac se topó con la resistencia de los aborígenes tlahuica, quienes
bravamente repelieron de frente a los transgresores españoles con sus arcos y
flechas, sin imaginar que Hernán Cortés mandaría atacarlos por la espalda,
innoble acción jamás concebida por los guerreros en Mesoamérica.
Los españoles construyeron sus haciendas en Cuauhnáhuac, donde
esclavizaron a los tlahuica para cultivar la caña de azúcar, a los que se
rebelaban ante el inhumano trato, Hernán Cortés los mandaba colgar de los
árboles en la Barranca de Amanalco, tal como los muestran los murales pintados
al fresco por Diego Rivera en el Museo Regional Cuauhnáhuac.
A las incontables calamidades cometidas por los españoles en contra de
los mexicanos, habría que agregar que al dirigirse los saqueadores hacia
Tenochtitlan, se toparon con la gallardía de Cuauhpopoca, quien se opuso a los
intrusos, y tras ser capturado, Hernán Cortés ordenó que aquel comandante
mexicatl, su hijo y quince nobles, fuesen quemados vivos en una pira formada
con las flechas, lanzas y pedernales de un arsenal encontrado en el palacio de
este bravo tlatoani de Nautla.
La carne de los indígenas remisos al bautizo ardió en las hogueras de la
Santa Inquisición, y la esencia de la sabiduría autóctona fue arrojada por los
frailes católicos al fuego que consumió las crónicas, la historia y la poesía
que contenían aquéllos códices que jamás pudimos atesorar.
Actualmente la mansión que ocupó Hernán Cortés en Cuernavaca se llama
Museo Regional Cuauhnáhuac, pero los retrógradas se empeñan en anunciarlo como
Palacio de Cortés, concluyo este texto exhortando a todos esos mexicanos extraviados
que mendigan a los de Iberia, a que recobren la dignidad, y desistan de
albergarse bajo una bastardía pretérita.
![]() |
Bahía Chalchiuhuahuecan en el Golfo de México,
donde Hernán Cortés
barrenó sus buques para impedir que los marineros
inconformes
retornaran a Cuba. Foto de Manuel Peñafiel
|
Manuel Peñafiel
Fotógrafo, escritor y documentalista mexicano
Me gustó. Gracias por compartirlo
ResponderEliminar